Hace poco en mi propia casa me sucedió algo que no deseo que le pase a nadie; realmente es una situación que le deja a uno un sin sabor prolongado.
A mi casa vinieron unos trabajadores a pedir el favor de que si los dejábamos entrar; debían hacer un arreglo en la casa de enseguida y la forma más sencilla era haciéndolo por el patio de mi casa. Bueno, todo transcurrió en total tranquilidad-nosotros de buena gente, permitimos que entraran a la casa y se ganaran su platica haciendo aquel trabajo, no le vimos el problema-, pasaron los días y ellos siguieron haciendo su trabajo de la manera más profesional(?), pero lo que menos pensábamos(o depronto uno si lo piensa, pero no se imagina que pueda suceder) era que pasara aquel "sieniestro" tan incómodo. Luego de haber terminado con el trabajo, se les veía con una cara de satisfacción (comprensible,¿ no ?); se despidieron. Todo el protocolo normal de una persona que se siente agradecida por quien le ha hecho un favor. Transcurrió el resto del día en total tranquilidad...
A la mañana siguiente-para mi sorpresa- no encontraba los zapatos que había comprado en diciembre, los busqué de la manera más tranquila porque como titula el escrito, "yo no me lo esperaba". Seguí buscando y buscando y a medida que pasó el tiempo me empezó a carcomer la idea de que se los habían robado-semejante cosa nunca había sucedido en mi casa, aclaro- y ¿ ya adivinan quien ?. De esta manera llegué a la conclusión que mis zapatos, que fueron un regalo en la "época mas alegre", se habían esfumado como el agua entre los dedos y que los había perdido para siempre de la manera mas "vil".
No quiero sacar conclusiones apresuradas de todo esto, pero ¿que más puede pensar uno?
Lástima que la realidad sea así. Hasta la próxima.
Jorge Iván Soto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario