viernes, 25 de marzo de 2011

En nombre del amor

Está es una historia real. Me dejo impactado cuando la vi. Fue en un programa del canal NatGeo que se llama “Preso en el extranjero” y se las voy a contar.

Resulta que había un hombre que vivía en Estados Unidos de la manera más normal que puede vivir un ciudadano cualquiera. Trabajaba y era honrado.

Un día como cualquier otro conoció a una linda mujer de la cual se enamoró perdidamente. La encontró en una situación bastante lamentable: estaba abandonada por el marido (supuestamente) y aparte de haberla abandonado le había propinado una golpiza. Ya se imaginarán el estado en el que se podría encontrar aquella pobre mujer (golpeada, lastimada, indignada, etc.)

Se enamoraron como dos locos (o por lo menos eso es lo que parecía). Empezaron a tener encuentros sexuales; todo iba muy normal como cualquier pareja de hoy. A aquel muchacho, lo único que le extrañaba de su amada foránea, era que era una adicta a la cocaína y la consumía en cualquier lugar público sin escrúpulo alguno. Eso a él le llamaba bastante la atención. Cuando salían con sus amigos a ella no le faltaba su dosis, pero como cualquier enamorado en sus primeros meses de relación, endiosa al amada(o) y no ve sus defectos de manera objetiva y cree que con el amor que le tiene, aquella persona cambiará.

Fueron pasando los días y las cosas seguían de la misma manera como al comienzo (muy normal).

Un día, los que la proveían de su droga, le propusieron un negocio bastante llamativo (seguramente porque la veía demasiado imbuida en el consumo): te damos $13.000 si viajas a Perú y de allí nos traes 3 kilogramos de cocaína pura; lo que típicamente conocemos como “personas mula”. Ella aceptó de la manera más tranquila, se podría hasta decir, que aceptó como si ya lo hubiera hecho en otras ocasiones.

El muchacho fue testigo de ese encuentro y naturalmente, cuando ella dejo de hablar con los tipos aquellos, él le preguntó que qué estaba pasando. “Me van a dar $13.000 si voy a Perú y traigo una pequeña carga de cocaína, dinero fácil ¿no crees?” Fue la respuesta que ella profirió. Él, como un ser humano con su sentido común intacto, se preocupó por ella y le dijo los riesgos y todas las peripecias que traía consigo ese negocio. Ella lo escuchó pero no desistió de su idea; descaradamente lo intentó convencer (y lo consiguió) para que la acompañara en su viaje. Tú no tendrás que hacer nada en absoluto, sólo acompañarme.

“Voy contigo” fue lo que afloró en él después de un buen rato de conversación con ella; sólo el hecho de pensar que su amada se fuera sola a un país extranjero a traer cocaína (¿amor irracional?) no lo dejaría tener vida. Tomó la decisión y se alistó para irse con ella para Perú por la droga.

Hotel de lujo, buenas atenciones y todo lo demás les dijeron aquellos traficantes que les esperarían en Perú a su arribo en aquel país; les pintaron todo como si fuera tan fácil y cómodo, que parecía más difícil robarle el dulce a un niño.

Arribaron al avión directo a Perú. Cuando llegaron al aeropuerto aquella muchacha saludó a los que los estaban esperando con mucha familiaridad y eso lo extraño un poco a él. El carro los estaba esperando para llevarlos al hotel como habían acordado; lo que no sucedió como dijeron fue que donde los llevaron no fue un hotel de lujo, sino más bien, una residencia barata y de mala muerte. El tono en que les empezaron a hablar los traficantes ya uno era muy amigable. Como se esperaría, ellos (ella y él) le hicieron el reclamo a los traficantes porque eso no estaba en lo que ellos les habían prometido: “Cállate que aquí se hacen las cosas como digo yo” fue lo que les dijo uno de los traficantes. Cayeron en la cuenta que les habían tendido una trampa.

Al día siguiente cuando él despertó ella ya no se encontraba a su lado; se desesperó y empezó a pensar muchas cosas: “¿qué le pudo haber sucedido? ¿Se escapó y no me dijo? ¿Se la llevaron a la fuerza y no me di cuenta?” no pensó nada malo porque confiaba ciegamente en ella (recordemos que la amaba). Imaginen la sensación. Cómo podría sentirse él, solo en un país que no sabía ni siquiera donde quedaba. Pasaron las horas y llegaron los traficantes para proceder a cargar a la muchacha con la droga; se dieron cuenta que no estaba y empezaron a preguntarle a él que dónde se encontraba, que dónde se había metido, que si no decía donde estaba lo matarían (típico comportamiento de esta clase de personas) y lo que él ni se imaginaba era lo que había tras bambalinas.

“Ahora que ella se escapó o llevas tú la carga o te mueres” naturalmente le dijeron los traficantes. Él sin tener más opción aceptó sin tener nada que ver en eso. Aceptó por el deseo irrefrenable de salir de aquel infierno en que se había metido sin ninguna intención. Procedieron a cargarlo; le pegaron la droga con cinta en su torso y en las piernas (le pusieron 3 kilos mas de lo acordado) y le dieron todas las explicaciones necesarias para llevar a buen término aquel viaje.

Estando ya en el aeropuerto le corría el sudor como a un atleta en plena maratón; empezaba a ver los controles de aduana y más nervioso se ponía aún. Lo único que quería es que esa pesadilla pasara lo más rápido posible; lograr pasar con esa droga y regresar a su casa y que todo volviera a la normalidad era su más ferviente deseo. Logró pasar dos controles de rayos x; no le faltaba sino entregar el pasaporte e ingresar al avión. De pronto uno de los encargados de guiar a la gente hacia su avión correspondiente le puso su mano en la espalda y sintió algo extraño y de inmediato le preguntó: ¿qué llevas allí?

Todo lo negó (reacción natural al verse descubierto) y quiso dejar en claro su inocencia, pero como se esperaba que fuera, no le creyeron ni un ápice de lo que dijo.

8 años lo condenaron en una cárcel de Perú por tráfico de estupefacientes (y sin tener nadad que ver) los cuales se convirtieron en 3 por buena conducta.

Estando allí en la cárcel empezó a hacer amigos y se dio cuenta que también habían muchos, por tráfico de drogas. Él contó su caso a los amigos de allí; inmediatamente los más veteranos en eso, le dijeron que eso era una jugada clásica: “pagar a una mujer para que enamore a un hombre y se lo traiga con mentiras a un país desconocido; luego desaparece y sus compinches mandan el cargamento con el que menos tenía que ver en el negocio”.

Luego de la nefasta verdad entro en una especie de introspección reflexiva sobre lo que le había sucedido y fríamente cayó en la cuenta que había sido engañado durante todo ese tiempo.

¿Será que si se enamoro de mí y ahora se siente mal por lo que me hizo? O ¿tal vez está burlándose con aquellos traficantes de mí? Estas y muchas más preguntas rondaban su cabeza día y noche. Hoy en día todavía siguen allí.

Salió de la cárcel; se casó con una peruana, amiga de una de las mujeres que hacía visitas conyugales a uno de sus amigos; volvió a Estados Unidos con ella y se reencontró con sus seres queridos y todo volvió a la “normalidad”. De aquella mujer (la que lo engaño de esa manera) nunca más, volvió a saber nada.

Estas y muchas otras situaciones ocurren a diario en nuestro mundo y no nos damos ni cuenta.

Que la conciencia sea el juez y tutor de aquellas personas, que cruelmente se encargan de arruinar la vida de los demás sin compasión.

Hasta la próxima.

Jorge Iván Soto.

sábado, 19 de marzo de 2011

Toc toc toc ¿Quién es?

Muy a menudo sucede algo que para mi concepto es un poco desagradable. Llegas a la casa de alguien. Tocas la puerta o en su defecto el timbre de manera desconocida para los habitantes de ella. Esperas con paciencia a que te abra la persona que conoces, pero no; de pronto sale una voz(totalmente desconocida para ti) del interior de la vivienda preguntando muy descaradamente: ¿Quién es? Esto no lo digo por los que son precavidos a la hora de cuidar sus hogares, ni mas faltaba.

En mi caso siempre que escucho esa pregunta, suele invadirme una sensación indescriptible, pero un poco irónica. Me digo a mi mismo: pues si no me conocen ¿qué voy a decir? ¿qué le puedo decir a una persona que no sabe quién soy, que soy yo, si no me conoce?(es algo desagradable ventilar tus datos desde fuera a un desconocido y viceversa) ¿no les parece algo irónico y más que irónico, gracioso? Y ¿Por qué diablos no se asoman a la ventana, miran y se dan cuenta quién es y luego preguntan qué o a quién necesitan antes de hacer esa tonta pregunta que lo deja a uno como con esa sensación de no saber qué hacer, ni qué decir? Por mi parte esto me parece un poco más racional(lo de ver y luego preguntar) y creo que es más certero a la hora de cerciorarse quien toca la puerta.

Pues bien de seguro muchos se sentirán identificados, porque de manera casi mística sé que por lo menos, les ha pasado alguna vez en sus vidas.

Espero compartan esta opinión-sugerencia (jejeje) y si no la comparten, por lo menos se sonrían recordando algún momento en que la hayan ocasionado o en la que hayan sido víctimas de ella.

Hasta la próxima.

Jorge Iván Soto.

martes, 15 de marzo de 2011

Patología personal.

A través un período de mas o menos dos años vengo padeciendo una enfermedad mental que se denomina Trastorno de pánico, que con el tiempo, voluntad y la medicación adecuada se ha ido amainando. Esto realmente ha sido una batalla de titanes. Sólo las personas que han sufrido o la sufren, saben de que les estoy hablando. Para los que no saben qué es esto, les voy a comentar un poco cómo es esta enfermedad.

Imagínense que de un momento a otro aparece alguien con una arma de fuego y te empieza a amenazar y te dice que te va a quitar la vida, o tal vez que aparece un monstruo que rebasa tu altura como 10 veces ¿Cómo crees que reaccionaría físicamente el cuerpo ante una embestida de estas? Pues de lógico se acelera el corazón; empiezas a sudar de manera incontrolable; te invade una sensación de muerte inminente; deseos de salir corriendo inundan todo tu ser; con toda tu alma anhelas que no estuvieras viviendo esa situación; ves pasar toda tu vida en unos cuantos segundos por el palco de tu mente; comienzas a perder fuerzas; sientes que tu cuerpo es tan liviano como una pluma pero tan pesado como un tronco; oyes tu corazón como si lo estuvieran amplificando; en el pecho sientes una presión que no te deja respirar; lógicamente se acelera también la respiración; el sistema nervioso entra en una especie de "colapso" y comienzas a temblar de manera incontrolable. Sentir esto ante una situación como la que expliqué es comprensible y normal, pero ¿cuando esto se desata sin haber una causa externa? ¿no es esto signo de que algo anda mal, por no decir que muy mal? Pues bien, he aquí los síntomas inmediatos ante una crisis de pánico. Ya quisiera uno que este infierno se acabara ahí, pero lo más cruel, es que los síntomas pos-crisis son realmente algo que no se le desea(como se dice por ahí) ni al peor de los enemigos. Depresión, desrealizacion, despersonalizacion, pérdida del contacto con la realidad, aplanamiento afectivo(es uno de los mas crueles porque pierdes la capacidad de experimentar sentimientos) y algunos otros que se presentan según sea la intensidad de la crisis.

Durante todo este tiempo me he preguntado cuantas personas lo pueden estar padeciendo y cuantas personas lo han sufrido en carne propia.(sé que esta pregunta, muy seguramente se quede sin respuesta exacta). Esta situación es algo inimaginable, como muy seguramente pueden ser muchas otras situaciones que ni esperamos que nos sucedan, pero es algo real y está en medio de nosotros.

No muchas personas lo padecen, unas cuantas con el "afortunado" historial genético de enfermedades mentales en su familia, o personas que por sus cargas diarias se dejan avasallar por sus labores o preocupaciones; también las padecen quien se deja intimidar a menudo de otras personas de manera patológica y las que tienen su mente llenas de creencias irracionales.

Comparto esta experiencia con un objetivo altruista. Si concidencialmente eres una persona que creas tener esta enfermedad o tienes algún familiar que la padezca, o conoces a alguien que la tenga, lo único que les puedo decir es: Ánimo, mucha paciencia, voluntad y valor. Son sin lugar a duda los ingredientes necesarios para salir adelante de esta batalla que muchas veces parece que la tenemos perdida. No dejo de lado el tratamiento medico-psicológico; sin lugar a duda es indispensable para armarse para esta batalla que con mucho esfuerzo y dedicación podremos decir: Hemos vencido.

Hasta la próxima.

Jorge Iván Soto.

viernes, 11 de marzo de 2011

¿Será que esta vez si?

Viendo tantas cosas que están sucediendo, no será normal preguntarse si tanta alharaca que se ha hecho con esto del fin del mundo ¿será cierta? o ¿será que pasará como tantos vaticinios que se quedan en meras supercherías ? La verdad es que esto es un tema de mucha discusión; seguro muchos se aprovecharán para sacar ganancias y otros lo aprovecharan como argumento de "terrorismo espiritual"(espero que este término, sea el indicado) para mostrar el rostro de un Dios inmisericorde y vengativo.

La humanidad a través de toda su historia se ha visto flagelada con acontecimientos semejantes(basta solo con dar una leída) y algunos no estarán registrados, que seguro fueron más fuertes, que los que vivimos en nuestros días(me refiero a sucesos que pasaron antes de la aparición de tanta tecnología). Yo por mi parte adopto la postura de estar tranquilo ¿acaso no basta con las preocupaciones que a diario nos trae la vida, para intranquilizarnos con algo que objetivamente, es relativo según cada persona? Ojalá esta no sea la oportunidad para que los falsos mesías se aprovechen y hagan de las suyas.

Pensemos esto ¿quién querría destruir una obra tan espléndida como lo es nuestro planeta? Solamente escuchando los artistas que consideran sus obras como a sus "hijas", entra uno en razón y entiende que el artífice de este magnifico globo azul, no cometería semejante crueldad.

Hasta la próxima.

Jorge Iván Soto.


jueves, 3 de marzo de 2011

¿Imprudencia o providencia?

Eran mas o menos las 6:40 de la tarde de ayer (02/03/2011). Había estado en la casa(materna) desde las 11:00 am haciendo una lectura en el computador y ya me disponía para irme a la casa de mi abuela(vivo con ella). A mi hermano mayor le dio por preguntar: "¿Chino, y en que se va a ir ?" y yo le dije-como ya lo tenia pensado de antemano- que me iba a ir a pie. Él me respondió: "no tranquilo, yo lo llevo en la moto", y pues, yo no me pude negar ante la facilidad de llegar en moto en ves de a pie a la casa de mi abuela, pero lo que no sabíamos(y ¿quien sabe algo de esto?) era lo que iba a suceder en los 30 minutos siguientes.

Todo iba en total normalidad camino hacia la casa de mi abuela. Yo estaba pensando en la lectura que había hecho durante el día y mi hermano manejando de lo mas normal. Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos, como suele suceder en estas cosas. Yo sentí que mi hermano activó el pito de la moto y empezamos a dar como zig-zags y pumm... al suelo fuimos a dar. Yo no me percaté de nada mas. Cuando menos pensé estaba ya de pie; mi hermano en el piso y una persona tirada en medio de la calle, medio muerta. De manera instintiva me levanté y me quité el casco (agradezco haberlo llevado), empecé a mirarme el brazo derecho, porque caí sobre él y me fui resbalado cierto tramo. Observé que estaba lleno de pantano de los pies a la cabeza y veía sangre en mis pies y en mi brazo derecho. Luego moví el brazo y la pierna para comprobar de que no hubieran fracturas(todo esto pasó es unos cuantos segundos), y después de "examinarme", recordé a mi hermano y a la persona tirada. Me dí cuenta que mi hermano estaba en el piso, pero sin heridas de consideración, pero cuando mire hacia atrás, y vi a la persona, mi primera impresión fue, que estaba muerta.

Resulta que la persona que estaba tirada en medio de la carretera, fue un señor(mas o menos 60 años) que pasó la calle de un lado para el otro con cierto grado de imprudencia, porque se atravesó en esa calle que es tan transitada(para los que conozcan, fue a todo el frente de la casa de piedra) a esa hora(7:20 pm)que es una hora pico; todas las personas se dirigen de su trabajo, del colegio, para sus casas; ya se imaginarán la congestión.

Llegó la ambulancia, pero mientras llegaba, ya se imaginan la cantidad de "patos y chismosos" que se recopilaron. Unos nos ayudaron, otros no. Se llevaron al Señor en la ambulancia; mi hermano y yo fuimos en la moto a la clínica, nos hicieron las curaciones respectivas luego del protocolo normal(documentos, que pasó?, etc..) y nos dieron salida porque las heridas no fueron graves(gracias a Dios), después de una media hora en la clínica.

El señor, sí quedó mas herido. En un principio se pensó que había que remitirlo a otra ciudad por la gravedad del golpe, pero a medida que pasó el tiempo, se fue restableciendo. En este momentos que escribo esto, me doy cuenta de que está en el Hospital de acá de Cartago recuperándose, osea que la situación no trascendió a mayores.

Bueno, ahí les conté lo que le puede suceder a uno en cualquier momento. "Gracias a esto", pude escribir algo nuevo(¿providencia?). Se me viene a la mente el título del álbum de Juanes "la vida es una ratico" porque en cualquier momento se nos puede escapar.

No pretendo hacer reflexionar a las personas con este suceso, pero si es lo que suscita, "venga tu reino". Hasta la próxima.

Jorge Iván Soto.

martes, 1 de marzo de 2011

Crónica de un robo inesperado (a lo Gabo).

Hace poco en mi propia casa me sucedió algo que no deseo que le pase a nadie; realmente es una situación que le deja a uno un sin sabor prolongado.

A mi casa vinieron unos trabajadores a pedir el favor de que si los dejábamos entrar; debían hacer un arreglo en la casa de enseguida y la forma más sencilla era haciéndolo por el patio de mi casa. Bueno, todo transcurrió en total tranquilidad-nosotros de buena gente, permitimos que entraran a la casa y se ganaran su platica haciendo aquel trabajo, no le vimos el problema-, pasaron los días y ellos siguieron haciendo su trabajo de la manera más profesional(?), pero lo que menos pensábamos(o depronto uno si lo piensa, pero no se imagina que pueda suceder) era que pasara aquel "sieniestro" tan incómodo. Luego de haber terminado con el trabajo, se les veía con una cara de satisfacción (comprensible,¿ no ?); se despidieron. Todo el protocolo normal de una persona que se siente agradecida por quien le ha hecho un favor. Transcurrió el resto del día en total tranquilidad...

A la mañana siguiente-para mi sorpresa- no encontraba los zapatos que había comprado en diciembre, los busqué de la manera más tranquila porque como titula el escrito, "yo no me lo esperaba". Seguí buscando y buscando y a medida que pasó el tiempo me empezó a carcomer la idea de que se los habían robado-semejante cosa nunca había sucedido en mi casa, aclaro- y ¿ ya adivinan quien ?. De esta manera llegué a la conclusión que mis zapatos, que fueron un regalo en la "época mas alegre", se habían esfumado como el agua entre los dedos y que los había perdido para siempre de la manera mas "vil".

No quiero sacar conclusiones apresuradas de todo esto, pero ¿que más puede pensar uno?
Lástima que la realidad sea así. Hasta la próxima.

Jorge Iván Soto.